domingo, 30 de mayo de 2010

El daño por el placer



Sócrates sostenía que uno debía descender a las profundidades de sí mismo para ver su alma buena, que la felicidad la hacía solamente uno con su buena conducta. Considero la filosofía como una gran base de mi recuperación, y yo mismo estoy siempre divagando en mis pensamientos, buscando respuesta a preguntas que me planteo muchísimas veces sobre lo que veo a mi alrededor, lo que considero absurdo, estúpido, inmoral u otros desmerecimientos míos. Que una buena conducta te lleve a la felicidad es muy relativo, pues perfectamente una conducta delictiva te puede llevar a la felicidad. Eso queda en la conciencia de cada uno. Sin embargo Platón sostenía que la mayor declaración de amor es la que uno no hace, que el hombre que siente mucho, habla poco. En ese planteamiento si estoy completamente de acuerdo. En proyecto hombre se pasaban los días encomiándonos a que nos dijéramos que nos queríamos los compañeros unos a otros. Yo tenía muchos problemas a ese respecto, pues había compañeros a los que no tragaba, y por ende no les decía que los quería. Porque si de una cosa peco, es de no ser en absoluto hipócrita. Mi enfermedad de bajo control de impulsos me ha llevado a mentir infinidad de veces, pero nunca he tenido que ser hipócrita. Hay un abismo entre una cosa y otra. En proyecto hombre el personal decía “Te quiero” como decir “hola”. Yo tuve que limpiar muchísimos rodapiés porque no me salía las dos palabrejas de marras. Al que no se lo decía, nos volvían a poner el uno frente al otro para que se lo dijera. Había que ver la cara de forzado que tenía el otro cuando se ponía frente a mí, como pensando que me dieran por el culo. Si, sinceramente pensaría eso. Yo de alguien que no me quiere y yo le he demostrado mi amor, lo pensaría. Pues no había manera. A limpiar rodapiés con un cubo de agua y un trapo. Justificaban el no uso de jabón porque ya estaban suficientemente limpios de tanto que lo limpiábamos. A mí personalmente no me servía de nada el limpiar rodapiés. Una vez estuve desde el lunes hasta el viernes allí de rodillas limpiándolos y no les di la razón. La cuestión iba por un asunto de que en el piso no recuerdo que me dijeron que me bajé los pantalones y le hice un calvo. La realidad era que en aquellos años no me arrepentí de haberlo hecho. Lo fácil hubiera sido admitir que si, y hubiera dejado de limpiar rodapiés. Pero no me arrepentía y seguía limpiándolos. Otra vez fue que paso una chica que estaba buenísima y, en voz baja, dije lo buena que estaba. Uno del piso me escucho y para que quise más. Según proyecto hombre estaba discriminando a la mujer, y me merecía un castigo. Estuve limpiando el patio tres días porque tampoco me arrepentía de ello. Yo no veía el mal por ningún lado, lo dije para mí y si lo hubiera oído ella la hubiera puesto más contenta que unas castañuelas. Pero no había manera. Los jesuitas que son como son.

Hoy he tenido un mal día, y es que si peco de otra cosa, es de egoísta. Bueno, pero este egoísmo no es como tal, ya que hoy domingo se tendría que haber quedado mi hija también conmigo pero se ha ido con su madre porque tenía comida con sus abuelos. Me ha jodido un huevo porque este fin de semana hemos estado a piñón, nos lo hemos pasado genial, hemos reído con mis cosillas, muy bueno, si. He estado todo el domingo de bajón. Me he obligado a escribir y poco a poco voy encadenando las ideas. Por suerte tengo música de la que denomino “para levantar el ánimo” y eso es lo que estoy escuchando. Mañana el posteo de música en el blog va a ser más rockero, porque conforme he ido escuchando, he ido seleccionando. Solo una edición especial del “desintegration” de The Cure, grupo al que soy adicto será la nota discordante. Por cierto, un gran amigo, Rafa “Ruyvi” me regaló la entrada de un concierto de The Cure que fue a ver a Madrid porque es del día que nació mi hija. La tengo enmarcada en un cuadro donde tengo mogollón de cosas, un mosaico de fotos, postales, pegatinas y esas cosas. Bueno, la tristeza se va mitigando. El fin de semana que viene voy a Granada y el miércoles siguiente voy a ver a mi hijo. Muchas sensaciones en poco tiempo. Siempre he dicho que he bajado a los infiernos unas pocas veces y que lo que he visto no puedo decir que no me haya gustado, que lo que sí puedo decir es que es doloroso. Aun no he pecado de sadomasoquista, no creo que peque, no de eso último sino de la palabra en sí, puesto que no creo en ella. Lo otro es algo que a lo mejor pruebo sobrio y me gusta, pero no creo, aunque mi primo dice que soy de chasis duro. Hay un libro, diario de las estrellas, de Stanislaw Lem que habla de un planeta en el que ya habían conocido todo tipo de placer y para alcanzar el placer máximo habían creado una máquina que los descuartizaba y luego los recomponía. Así somos los seres humanos, capaces de soportar el más infinito de los daños si él nos proporciona placer.

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