martes, 3 de agosto de 2010

7. Filosofía de salón



Que los seres humanos nos caracterizamos por ser distintos es algo que debería ser así al menos no hablando en la cuestión de sexos, sino en un plano morfológico. Pero entonces se da la paradoja de que por establecimiento, la gran mayoría quieren parecerse entre sí, adoptando para ello unos modos tribales que agrupan su distinción, haciendo que adopten una similitud no solo en la forma de vestir, sino inclusive en la estética. Esto se da en la mayoría de jóvenes que para sentirse plenos tienen que seguir un tipo de ideología o clave musical. Es por ello que si no se ven identificados con valores que los estimulen por sí mismos, tienen que adoptar los de otros. Una de las causas predominantes de esa carencia de valores es la educación recibida. Si desde pequeños no ven estimulada su imaginación con acordes consonantes que prolonguen su captación de señales, cuando crezcan necesitarán un referente que alimenten su mente. Se da así la imperiosa necesidad por parte de los padres de inculcar una serie de estímulos que vayan portando al crío de referentes socio culturales que capaciten su educación.

Una vez conseguido los objetivos, coincidirán conmigo en que la conducta hay que seguirla en las escuelas. Es por ello que disponemos de un plan de estudios que potencian toda una serie de valores que ejemplarizan a la perfección el objetivo a conseguir. Los colegios del país a partir de este plan de estudios proyectarán una consigna en cada estudiante dotándolos de una mayor prestancia y docilidad, haciendo de ellos la mayor producción en serie de mano de obra cualificada que podamos imaginar. El plan consiste tanto en el ámbito lectivo como en el deportivo, al que se le añadirán como aporte al conjunto unas vitaminas que deberán tomar cada alumno que no harán más que potenciar su docilidad y prestancia. El país ha de prepararse para el futuro. Y el futuro pasa por sacrificar a nuestros hijos para poder beneficiarnos de ellos. Una vez controlada la inmortalidad, el futuro no pasa por ellos, pasa por nosotros. Su deber es confortarnos y servirnos, pues para ese fin han sido concebidos.

Es lógico pensar que pronto iniciaremos una guerra. Ellos han de ser nuestro ejército. En ellos hemos de depositar las defensas de nuestro país. No sólo van a ser educados como mano de obra para servir al país, sino que también van a ser formados como militares para defender su patria. El enemigo siempre está acechando. Además, hace tiempo que los tullidos no están más que viviendo del cuento y molestando al personal. Un tullido es el ser más abyecto de la humanidad. No sólo es improductivo, sino que te incordia y molesta a la vista cada vez que se te acerca a pedir una moneda. Históricamente no han hecho nada. Solo molestar. Y es por ello que os digo que son un enemigo para el estado y hay que estar preparados para su exterminio. Un tullido muerto es un tullido menos que soportar. Ahora os voy a contar una historia. Era la historia de una niña rubia y productiva que iba por el bosque con un cántaro en busca de agua. ¿Sabéis qué le pasó? Que un tullido la abordó, la violó y la mató, ¡la violó y la mató!, ¡un tullido! ¿Se merece ese tullido vivir? ¿Se merecen los tullidos vivir? ¡Es por eso que os digo que los tullidos han de perecer con los cien mil castigos que les podamos dar! ¡Muerte a los tullidos! ¡Muerte!

2 comentarios:

  1. ¿Estás hablando de Corea del Norte?... ¿¿¿???

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  2. Xim, no te hagas el tonto que está suficientemente clara la ironía

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