miércoles, 4 de agosto de 2010

9. A tientas con el juego



No puedo dormir. Hace rato que debería haber amanecido pero aún son las tres de la madrugada. Pienso si debo analizar las consignas que me dan tanto por culo o mandarlas directamente a la mierda. Dona no hace más que roncar. Siempre que se pone hasta el culo de cerveza ronca toda la noche y no me deja pegar ojo. Maldito insomnio, no hay puta pastilla que me manden que me haga efecto. La ciudad sigue iluminada con su luz artificial y mi cabeza no para de albergar malos presagios hacia lo que será un completo y mierdoso día el que me espera mañana. Si por lo menos Dona no roncara.

Al fin ha amanecido. La tenue luz del día empieza a filtrarse por la persiana y Dona sigue roncando. Me voy a preparar un café. Maldito dolor de huevos, joder esto es preocupante. ¿Será cosa de la próstata? No creo, la jodida próstata la tenemos en el ojete toda para arriba, no creo que se vaya el dolor hacia los huevos. Eso será el mal de ojo de alguna gitana que he despreciado. ¡Mierda!, no queda café. Joder, me voy a duchar a ver si me espabilo y me tomo uno en lo del Tino.

No lo puedo soportar, ahí está la muy puta con sus luces y su musiquita esperando que le eche una moneda. Está sorteando combinaciones de campana-melón-ciruela con dos cerezas-limón con naranja-limón-campana con ciruela-siete-campana. Está buena la muy puta. Está lista para dar premio. Ahí van las primeras monedas. Combinación de campana-limón-ciruela. Ahora toca las tres ciruelas, premio y subo hacia arriba. Dicho y hecho. Vamos a ver hasta donde llego. Bien, bien, bien, bien, vaya, ya se ha parado, Cuatro bonos, no está mal. Ahora toca siete jugadas sin premio y luego las cuatro campanas que me darán cinco bonos. Dicho y hecho. Voy a cambiar veinte euros. Ahora toca doce jugadas sin premio y una de tres naranjas. A ver cuántos bonos saco. Bien, bien, bien. Vale, con esto tengo para las especiales, en un ciclo de siete jugadas, me sale los tres sietes. Dicho y hecho. –A ver. Tino, cámbiame los ciento veinte euros.

Cuando llegué al piso, Dona aun roncaba. Cogí el pijo, le di unas cuantas sacudidas hasta ponerlo morcillón y se lo puse en la boca en unos de sus ronquidos. Cuando estuvo a punto de ahogarse, abrió los ojos como platos y echó una bocanada que apestaba a cerveza agria. Yo no podía aguantar la risa, y estallé en mil carcajadas mientras Dona empezó a llamarme hijo de mil putas. La mandé a callar, la desnudé y me la follé entre los fluidos del asqueroso vómito. Fue un buen polvo, si no llega a ser porque me puse perdido de aquella bilis pegajosa y me tuve que duchar por segunda vez. Estaba contento por haber ganado ciento veinte euros casi sin mover un dedo y así se lo hice saber. Ella se puso loca de contenta porque aquello significaba que aquella noche había cerveza que degustar. Yo, por mi parte, la mandé a freír espárragos no sin antes pedirle que cambiara las sábanas.

1 comentario:

  1. Verdaderamente repugnante, supongo que habrá gente a la que le guste este tipo de literatura, no es mi caso claro...

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