sábado, 4 de diciembre de 2010

Filosofía en Sol menor


La nada;
¿cómo es posible situar en ella algo que inunda el caos?
Combustión, de la nada nace la comprensión del algo por
átomo comprimido contra su propio núcleo, dando lugar a la
explosión más atronadora que el tiempo recuerde bajo su
tutela. De un miserable choque entre cuerpo y núcleo se rebela
el horizonte más vasto que imagine el hombre.  Y de ella
resulta una carambola que dotó al combustible de fusión
e ilusión, quedando el cuerpo naciente de todo
el universo al desplome de una lágrima locuaz de la nada.

El hombre;
dejándonos de chorradas vertidas por mojigatos a los que les interesa
manipular a las bestias con cuentos de Nicea, es sensato deliberar
que somos polvos de estrellas, pura energía en cuerpo manifiesto que
va a lo suyo quitando interés a lo puro y dándoselo a lo impuro,
creyendo a ciegas mitos adornados con vistosas joyas y paseados
en tronos con mantos bordados en oro mientras medio mundo calma
su hambre espachurrando moscas. Somos tan estúpidos que nos
arraigamos a lo superfluo y desde siempre buscamos consuelo
en látigos de amos que dirijan el cotarro, ya que sin leyes, somos endebles.

La fe;
sustento de muchos y virtudes de tantos que vanaglorian su
alma libre de pecado por el simple gesto de confesar con trabajador
del clero, dándole él penitencia por castigo de varias oraciones y
algo para el cepillo. Origen de guerras y punto de inflexión para
someter a las masas pues es más lógico creer en lo sensato
aun por descubrir que en lo insensato ya descubierto, aunque aun
siguiendo estas normas hay imbéciles que hacen las dos cosas, pues
juran amor a Dios mientras construyen bombas. Si esto es coherente,
dejo la pluma, construyo una capilla y creo la orden del desesperante.

El todo;
¿cómo explicar aun creyéndome necio, poseer talento para todo y
estar seguro de ser embajador en el enjambre de la reina Soledad?
En el infinito cosmos soy una molécula de energía que entiende
los lamentos como su fundamento. Es esa miseria en si la grandeza
del todo pues aun no siendo nadie, pertenezco al espacio integrante
de lo que llamamos un todo. Puedo entonces pensar que al mover mis
dedos tratando de escribir este tratado estoy configurando el paso de
construir de la nada un algo, y ese algo que tú estás leyendo en este momento
pasará a tu mente, siendo parte de ti. Es por eso que desde aquí, yo ahora seré tú.

Antonio Jiménez

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