jueves, 6 de enero de 2011

La calavera de la pena


Por mil mares mi sed hambrienta
en esta calavera apresado por siglos enteros
no viendo mas que miserias en quienes aparentan
su bravura por verse en mejores fortunas de imperio.

Pero nuestra singladura sigue su camino por ende
de océanos sin más finales que los arreciados
por las historias de estos condenados a entenderse
pese a ser de bajas alcurnias y pobres hados.

Estamos los deshechos de miembros hechos y derechos,
estudiantes de poco respeto, malandrines de
cuerpo arrogante, furcias sin empeño y rufianes
con fama de estar en todos los entuertos.

Vagamos en este cascarón sin nombre por
aguas que acogen en su seno más fortuna
que la vista por estos ojos que sin acierto
intenta disipar un remedio para su triste amargura.

Pues morir no puedo ya que muerto en pretérito
tiempo fui y condenado al calvario de este
buque por prenda inútil fui convocado. En mala
hora quiso la fortuna darme gloria de espíritu.

Y todos ahogamos nuestras penas abanderando
la conquista de puertos sin más dueño que la
providencia nos espeta, pues somos producto
de la locura y terca mente de un demonio que
quiere poseer bienes terrenales y como sus
peones que somos, obramos en consecuencia.

Antonio Jiménez

1 comentario:

  1. Siendo lo que somos, obramos como podemos. No pidas más a estos cascarones, que ajados y muchas veces vacíos, nos empeñamos en llenarlos de lo equivocado y de lo mezquino.

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