miércoles, 5 de enero de 2011

La gabacha


No has de tomar en serio mi dicha
pues es combate en friso el exponente
flagelante de contemplar al pronto en desdicha
todo lo acontecido por abastecer mi simiente.

Las calles siguen su curso sorteando la brisa
de los pasos que surgen al compás del ladrido
punzante de unos adoquines saltando deprisa
las huestes de quienes aprenden lecciones de corrido.

Sin embargo, los dulces envites que la providencia
me embarga en la frontera del humor cansino
tomado de tumores malignos, hacen que la ciencia
se torne licencia para jugar a los dados en el casino.

Entonces llegas tú toda emperifollada pidiendo
a gritos ser follada por verga de moro castizo
al temblor de los muelles, ruegas embistiendo
las escaleras que esté en la habitación el oscuro huidizo.

 Desde los alrededores de siete colinas aparte
se oían los gritos del coño desgarrado por fuelle
moruno. Quien fuera moreno al duelo para follarte
con desplante como hace quien gordo tiene el muelle.

Acabada la jornada, escupiendo a la jarra
me fui de la barra jurando poseer muchacha
en otros lugares con más encanto, pues la tabarra
de estos lares dolores de cabeza dan a la gabacha.

Antonio Jiménez

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