sábado, 19 de marzo de 2011

Quiero ser Islandés


Resulta que a finales del 2008, como cualquier país del vecino, y no como en España, que no paraban de decir que estábamos en una simple  recesión, la crisis azotaba con una virulencia sin precedentes en su historia a Islandia… ¡Estaba en la bancarrota!

El primer paso que dieron los gerifaltes islandeses, al igual que en España, fue nacionalizar los bancos y darle una inyección de dinero a sus arcas a base de dinero público, como no.

Pero a diferencia de España, en Islandia se produjeron continuas protestas por ese hecho que obligó a dimitir al gobierno en pleno (¿Se imaginan que eso pase en España? Nah, imposible)

Meses después, al parlamento se le ocurre crear una ley pretendiéndola aprobar en la que más o menos quería que el pueblo islandés asumiera la deuda provocada por la crisis bancaria (¿A que suena a esas estúpidas leyes que se inventa el Zapatero que no hay por donde cogerlas y no hacen más que putear al pobre de a pie? Pues ya sabéis, unos roban y otros pagan) Los ciudadanos vuelven a echarse a la calle pidiendo someterla a referéndum, como debe ser. El referéndum se celebra en marzo de 2010, con una aplastante victoria del no.

Y seguidamente el gobierno inicia un proceso jurídico que pretende encontrar a los culpables de la crisis…y que ya ha llevado a la detención de varios banqueros y altos ejecutivos de entidades financieras (con un par de huevos, como debe ser, que se creen intocables los que manejan el dinerete)

Y por si no fuera poco, como colofón a esta revolución, los islandeses han decidido redactar una nueva constitución, consensuada a partir de propuestas recogidas en asambleas ciudadanas que refleje lo aprendido en esta crisis de la que, para darnos una buena lección como país, ya están saliendo.

Bernardo Vergara y Antonio Jiménez

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